sábado, octubre 13, 2007

Es, no es y que por ser, es.

Es uno y el destino.
Es una lucha feroz donde, si las cartas están en tu contra, a uñas te hacen tripas el corazón. Nadie ríe, porque no es humillantemente divertido. No es divertido en ningún sentido. No es tranquilo ni mar sereno. No es agradable masapan. Es solo crueldad.
Es la esclavitud hacia uno mismo lo que te encarcela a tu futuro, lo que te exige romperte el lomo por lo que crees. Lo que crees es tu verdad y no existe nadie quien la quiebre. Nadie como querer cambiar tus miradas al mundo. Este mundo de contraste que especifica sus sentimientos en la pachamama, en la mamacocha y en nosotros. De donde nace tanta injusticia. Sobre todo brota inconmensurablemente espinas, rosales, astillas y por qué no clavos también. Filos que pinchan las venas gruesas bajo la piel y que de esta manera te desangran.
Somos celos y rabia.
Son todas estas opciones traicioneras, todos los caminos probables los que nos arruinan o nos traen gloria. Y tantas opciones pueden matar a quien sus principios son enclenque, porque vuelve consigo débiles sus decisiones, enflaquece su fortaleza y con solo esto basta para que el primer elefante desbocado te lleve a recorrer el continente de paraderos equivocados. Tantas mentiras que ni el mejor francés puede pronunciar verdaderas. Tantas emociones que te juegan en contra. Pero tanto tantas ¡que dame un respiro Señor!
Donde quiera que esté me sigue. A donde sea que busque no hallo la fuerza para engañarme de tal modo que hacerme mal este justificado, que mantener lo que quiero sea suficiente ante lo que necesito, que falsear mis sonrisas me convenza de ser feliz, pero ante todo, que estar a tu lado me haga sentir cercana a ti. Es tanto daño ineludible. Es esta libertad pegada a mi piel que no me deja ser lo que quiero pretender. Estoy maldecida, por mi primera voluntad, a ser franca, justa y libre.
Somos tu y yo.
Y el destino tiene un mismo sabor...a alegría y dolor.